1918 – La filantropía del millonario
Las virtudes residen en el hombre cerca de algún vicio, y así participan de este fatal contacto.
PLINIO
Si la filantropía fuera para nosotros una simple doctrina, rendiríamos tributo de admiración y elogio a los propósitos que animan a D. Juan March, referente a la construcción de una Casa del Pueblo y escuelas para obreros, pero como los actos filantrópicos que hoy corren en boga son más que doctrina una profesión en la que no residen virtudes de generosidad, y sí una falsa apariencia que tiende a vestir el egoísmo con traje decente, recelamos de los cacareados propósitos de potentado y pretendemos descubrir en ese distintivo de filantropía deberes inmediatos, deberes cuyo vínculo pretende abrazar en su vasto recinto a una clase inmaculada como es la clase obrera.
No podemos dar por buena la filantropía del que haciendo obra patriótica acaparó las acciones de la “Isleña” para luego hacer lo que hizo; no podemos creer en los milagros de generosidad que partan de quien acaba de hacer con la “Marítima de Mahón” lo que con la “Isleña” hizo y no podemos por hoy, dar por bueno algo que nos huele a negocio futuro o por lo menos a tener amordazada a toda la clase obrera de Palma quedando así el, en completa libertad para actuar como mejor le plazca.
Queremos abroquelarnos antes de dar nuestra opinión favorable pues antecedentes tenemos que nos inclinan a ser pesimistas, y por más que hoy podríamos aportar algo que justifica nuestra actitud, en atención a la importancia que el asunto tiene esperaremos a que la ciudad del Turia se nos acabe de documentar para luego dar a la publicidad una verdadera información sin temor a que se nos pueda desmentir.
EL ABUELO nº 7. 16 de febrero de 1918